6/18/2010
Escogiendo entre lo urgente y lo importante
6/12/2010
No manches, guey!
Nos une a México mucho más que las mañanitas que cantaba el rey David. Es una lástima, sin embargo, que todo lo que tenemos en común colombianos y mexicanos no baste para reflejarnos mútuamente; de espejo para evitar cometer los mismos errores; para aprender las lecciones que el otro ha tenido que aprender a punta de tanta sangre.
Cual Cantinflas atravesando una puerta giratoria vamos mientras ellos vienen y viceversa. Para la muestra la "colombianización" del narcotráfico en el país de Rulfo y la "mexicanización" política que comenzamos a transitar los colombianos. Mientras allá surgen los carteles de Juárez y Tijuana, acá asistimos al nacimiento de nuestro propio PRI encarnado en el Partido de la U, ese zombie hecho con los restos de los partidos políticos que Uribe se empeñó en destruir con notarías, embajadas y lombrices burocrática; ese mazacote que no piensa porque solo come lentejas y obedece.
En México hoy impera el doloroso Medellín de los años 80 y la misma manera represiva de enfrentar la guerra contra las drogas; acá, la exclusión política de una gavilla clientelista que del bipartidismo bicentenario está mutando hacia el totalitarismo unipartidista. Apoyada en la nefasta reelección, esta fórmula se repetirá durante décadas (como sucedió para desgracia mexicana durante los ochenta años del reinado del PRI ) y veremos cada ocho años el dedo del amo señalando al sucesor; imponiendo el guiño que llaman. En colombiano eso sigifica Santos 2010-2018, Uribito 2018-2026....
Por vericuetos de la vida el último príncipe de la dinastía priísta, Ernesto Zedillo Ponce de León, ha unido su voz a los ex presidentes César Gaviria de Colombia y Fernando Cardoso de Brasil para gritarle al mundo que la fallida estrategia de la actual guerra contra las drogas precisa revisiones. Pero México no escucha a Zedillo.
En Colombia tampoco escuchamos a México y cual Cantinflas atravesando una puerta giratoria, presenciamos el funesto fortalecimiento del unipartidismo que allá tuvieron que derrotar para avisorar un amanecer político que ofreciera alguna esperanza. De los carteles colombianos tampoco han aprendido los manitos pues todos los días las versiones mexicanas de Pablo Escobar, Rodríguez Gachas, Chupetas y Cuchillas hacen allá de la suyas, llenándolos de espanto.
No manches, guey. O para decirlo a lo criollito, hermanos mexicanos, no sean tan pendejos.
6/09/2010
Las tijeras de Rosario y el dolor de las langostas
6/03/2010
Mockus y Vargas Lleras: sumar lo urgente con lo importante
Se ha destacado el de Germán Vargs Lleras como el mejor programa político de la campaña presidencial. Lleva más de dos años recorriendo el país, tomándole el pulso a lo que sienten, piensan y sobre todo necesitan los colombianos, esfuerzo que en primera vuelta convirtió a Cambio Radical en la tercera fuerza política del país. El resultado obtenido contra todas las apuestas y todas las encuestas - que una semana antes de los comicios lo ubicaban en el quinto lugar entre los seís contendores-, empodera a Vargas Lleras, hoy llamado “Caballo de Troya” por el bárbaro del Roy Barreras, autoinvestido como gladiador mayor, o esclavo, que es lo mismo, del partido del Ubérrrimo.
5/22/2010
¿Qué coño soy?
5/21/2010
Una revolución contra los límites...
Recibí este correo, una de tantas cadenas. Llega firmado por Carlos Mejía, 10 grado. Colegio Anglo Colombiano...
* "No sé quien se inventó la expresión "ola verde", pero a la opinión pública le ha encantado. Suena masivo, inesperado, imparable. Mockus convoca a la Plaza de Bolívar, y la ola verde se moviliza. Llega a Santa Marta y contagia a la Costa. La ola verde amenaza convertirse en 'tsunami', que es la mejor manera de describir el cambio que está ocurriendo en el país.
Entiendo que sea difícil creer que ahora a los jóvenes les importe la política. No tienen experiencia laboral, no entienden de impuestos, ni maromas legales. Y parecieran no preocuparse por su país. Pero la contienda entre Santos y Mockus ha logrado infiltrarse en las discusiones de universitarios y colegiales. Es cierto, no todos los jóvenes apoyan al candidato verde (como no todos los cincuentones apoyan a Vargas Lleras), pero sí la gran mayoría. Puede parecer un intento de rebeldía absurda, pero este movimiento tiene bases muchísimo más sólidas que un simple capricho de juventud.
El escepticismo es un fenómeno en cualquier sistema político. Llega cuando las personas no se sienten representadas en el gobierno, y no pueden ver una solución a sus problemas. La pobreza, el desplazamiento forzado, la violencia, la corrupción: una serpiente de vicios que se muerde la cola y surgió mucho antes de mi generación. Nosotros crecimos en un país en guerra, como la mayoría de los colombianos y vivimos con el conflicto como quien aprende a lidiar con una lesión sin tratar. Pero que, entre más tiempo pasa, más se empeora, se hace más dañina, más incurable. Por eso, somos escépticos.
Ocho años de seguridad democrática, y sí, se puede andar por las carreteras. Sí, casi acaban con las Farc. Sí, recuperaron el control de grandes territorios del país. Supongamos que todo esto es cierto. ¿Y qué hemos ganado? Mientras en muchas partes la gente tiene que seguir colaborando con la guerrilla y los paramilitares, los políticos siguen favoreciendo a los criminales de uno y otro bando. No sirve de nada invertir millones de dólares en armas y helicópteros si la gente no cambia su manera de pensar, si no dejamos de decir que alguien merece estar secuestrado, o ser violado, o ser asesinado. Puede que el país no crezca económica o militarmente, pero podremos crecer como sociedad.
Mi generación era muy joven cuando Mockus se bajó los pantalones o se vistió de superhéroe, y pocos recuerdan cuando cambió a los policías de Tránsito por mimos y se paseaba con su propia comparsa cerrando bares a la una de la mañana. Cuando lo vi en un documental, no sabía qué era más imposible: que esas ideas locas funcionaran, o que existiera alguien lo suficientemente irreverente como para que se le ocurrieran. Mockus está realmente tan chiflado, que se le ocurrió decir que la vida es sagrada en un país donde se puede contratar un sicario por veinte mil pesos. Está tan descarriado, que le pareció oportuno afirmar que un gobierno tiene que basarse en la legalidad, cuando hemos tenido un proceso 8.000 y podríamos llegar a 9.000, 10.000 o 22.000. Pero lo mejor de su locura es su obsesión con la educación, que nadie entiende porque no gana guerras. ¿¡Qué esperar de un país donde un General de la República se pensiona mejor que el rector de la Universidad Nacional? Mockus dice cosas que los jóvenes nunca se habían atrevido a considerar, los invitó a formar parte de un movimiento masivo de gente que estaba cansada de vivir en un país que se conforma con las atrocidades.
"Muy bonito", dijo Vicky Dávila, que en este caso es la escéptica. Fajardo, en el debate vicepresidencial, le dijo que no había nada de malo con que fuera bonito, y si funcionaba, mejor. El problema es que a todos nos parece que Colombia es "muy bonita" y no hacemos nada por ella. Todos creemos que un país sin violencia es "muy bonito" pero nunca nos atrevemos a apuntar hacia allá porque nos ponemos peros de antemano. El movimiento de Mockus encarna la esperanza de los que se sentían desconfiados, les da forma a las ideas de un sueño de libertad. El girasol no es una moda, no es solamente una "ola verde". Es una revolución contra todos los límites que nos imponemos de manera arbitraria, contra todas las ideas preestablecidas de la sociedad colombiana".
* Carlos Mejía. Grado 10. Colegio Anglo Colombiano.
5/15/2010
Memel, Tutina, los niños y tú, José Gabriel
No se ha coronado la contrareloj y ya comienzan a vislumbrarse sus perfiles. No hicieron el oso Adriana y Antanas porque sus capacidades mentales están a años luz de las tuyas, oye tú, José Gabriel. Con delantal, tiza y pizarrón, Mockus les dió sopa y seco al rector y a los alumnos de la divertida escuelita que montó Caracol aquel viernes en la noche.
Un par de semanas después apareció Adriana Córdoba con gran deselvoltura, sonriente, buena conversadora; con un inteligente sentido del humor del que se vale para sortear el camino y una ternura en su manera de concebir el mundo que le da al suyo gran serenidad. Narró la histroria de cómo se conocieron con Antanas. Contado por ella, lo de su matrimonio en un circo suena bonito y hace sentido. Y al final, logró salir incólume ante la tonta insistencia tuya, José Gabriel, con aquel gallo que los Mockus tienen de mascota. Si hasta alpiste le mandaste a regalar.
Los últimos viernes han estado reservados para Juan Manuel y María Clemencia. Mejor dicho, acostumbrémonos -Memel y Tutina. Nada contra Vladdo, pero la Aleidamanía de esta última luce tan crónica como la de Mini-Me por Austin Powers. ¿Quiere parecérsele?, ¿imitarla?. ¿Ser hábil, como Aleida, para lanzar al aire destellos de lucidez cada tal por cual? Durante el programa no pudimos saberlo. Pero gran favor le hiciste, oye tú, José Gabriel, con aquellas preguntas de reinado en cuyas respuestas recae siempre el peso de la corona. Supimos de qué color sería el traje de coronación de Tutina el siete de agosto; también qué haría Tutina desde su despacho de primera ama de casa de la República; y a cuál de sus antecesoras admiraba más y por qué. Adivinen. Obvio: a Doña Lina! Mejor dicho Memel con Álvaro; Lina con Tutina: Tutina con Memel y Álvaro con Lina; todos se admiran y complementan igual que hombre con hombre, mujer con mujer, y viceversa y todo lo contrario.
El último de la serie fue el show que dejó ver el lado sensible de Memel. Conocimos la historia de la mascota de su adolescencia. Lloró, obvió. Oye tú, José Gabriel, cómo fuiste de hijuemadre al mostrarle la foto del cachorro si segundos antes nos habíamos enterado que había sido el único amigo de Memel durante los cinco años en que su infancia transitó a la adolescencia. Aunque se le note que nunca ha tenido amigos, eso no se hace. Así cualquiera llora, oye, tú.
En lo que no ahondaste, José Gabriel, fue en lo merecida de la quemadura sufrida por Memel al explotarle en la mano una bomba casera dirigida al perro de su cuadra que siempre le ladraba al pasar. Dicen que los perros en su gran inteligencia detectan el peligro, olfatean la amenza: Y Memel lo ha sido desde chiquito! Cerrando la noche fue descrestadora su habilidad con las canicas, -adquirida, supone uno durante sus años como niño solitario. Se equivocó, no obstante, con la pequeñísima bola utilizada para simbolizar a la guerrilla. "Que es porque el terrorismo está reducido, casi derrotado", dijo. ¿Será que no oyó a don Álvaro decir que lo pequeño es el polluelo de la seguridá democrática?
En estos minutos finales se van definiendo sus perfiles. Entre los más opcionados para llegar a la Casa de Nariño* tenemos a una familia común y corriente, que trabaja para vivir como el 95% de los colombianos y una versión recargada y remasterizada de Nora los niños y yo: Tutina, los niños (mis-teloneros-de-tarima) y yo!